A veces me sorprendo preguntándome:
¿A qué he venido yo al mundo?
¿Hace falta hacer algo grande, memorable, para dejar huella?
Tendemos a pensar que lo importante está reservado para quienes inventan, descubren, conquistan o escriben libros.
Pero estos días, mientras investigaba la historia de los Febles, me golpeó otra idea.
Quizás mis ancestros también murieron pensando que llevaron vidas ordinarias.
Antonio, que dejó su isla natal para cruzar el mar en busca de fortuna.
Miguel, que amó la tierra donde nació y luchó por ella, aunque fuera nueva para su linaje.
Froilana, que en una época difícil sacrificó comodidad y seguridad para darle independencia a los suyos.
Ninguno de ellos buscaba pasar a la historia.
Hacían simplemente lo que creían correcto, lo que les dictaban el corazón, las circunstancias, el amor.
Y aquí estoy yo, siglos después, admirada por sus vidas.
Lo que tal vez fue rutina o supervivencia en su momento, hoy me parece admirable, casi heroico.
Entonces entiendo algo profundo:
no siempre somos conscientes de la trascendencia que dejamos.
Lo importante, muchas veces, viene en forma de semillas pequeñas,
esas que depositamos en quienes un día mirarán atrás y dirán:
“Aquí hubo algo valioso.”
Hoy escribo para recordarme que lo extraordinario suele estar escondido en lo cotidiano.
Que con amor, compromiso y propósito,
hasta lo más sencillo puede ser una forma silenciosa de dejar huella.
🌳 Epílogo personal
Durante años he seguido el hilo de mi historia familiar, en busca de las raíces que me trajeron hasta aquí.
De esa búsqueda empecé Yo Soy Febles, un cuento donde la genealogía se mezcla con la emoción y la historia con la memoria.
Allí se encuentran Antonio, el isleño que dejó Tenerife para empezar de nuevo en la frontera;
Miguel, su hijo, que amó la tierra hasta luchar por ella;
y Froilana, la mujer que sostuvo una patria desde la cocina, la independencia y el exilio.
Entre sus páginas también aparecen los Santana —sí, Pedro Santana, el primer presidente de la República Dominicana, y su hermano Ramón—, dos figuras tan poderosas como polémicas.
Uno se casó con mi tatarabuela Micaela, la viuda de Miguel Febles, y el otro con Froilana, mi protagonista.
Y sí, el dinero de Miguel y de Antonio —el ganado, la tierra y los años de trabajo— terminó financiando las guerras independentistas.
Un auténtico cruce entre historia, política y destino familiar.
Más que un cuento, Yo Soy Febles es una conversación entre siglos: una manera de entender cómo lo que fue rutina para mis antepasados se volvió legado para mí.
Y si:
Empecé buscando una voz olvidada y encontré la mía.
Una temporada dedicada a encontrar ligereza sin perder profundidad,
🌾 Cierre de temporada
Este texto marca el final de la primera temporada de Viviendo Ligera.
a reconocer que sanar también puede ser recordar,
y que a veces las raíces no pesan:
sostienen.
💫 Gracias por acompañarme hasta aquí.
Nos reencontramos pronto, en una nueva etapa donde pasado y presente seguirán conversando.
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